Inmigración en Misiones



  

                 El 1° de julio de 1897 llegó al puerto de Buenos Aires el vapor Antoñina, cargado con catorce familias integradas por sesenta y nueve personas. Diez familias eran ucranias y cuatro polacas. Llegaban con sus muebles, sus semillas y sus arados. Se embarcaron en el puerto de Buenos Aires en un viaje de una semana hasta Posadas y de ahí los llevaron en carretones del Ejército al interior de la provincia durante otra semana de viaje. Ellos dieron nacimiento a la ciudad de Apóstoles, en Misiones, bajando el monte a puro machetazo.
  
 El 27 de agosto de 1897, este grupo llegó a la antigua Reducción Jesuita de San Pedro y San Pablo Apóstoles, donde se les dieron dos lotes por familia, cada uno de 25 hectáreas, a pagar durante diez años a un valor de un peso por mes.

 Los comienzos para los inmigrantes ucranios no fueron fáciles: los campos estaban repletos de inmensos termiteros que atacaban los sembrados. Los ucranios tuvieron que instalarse en carpas que les facilitaron el gobierno y refugios hechos con ramas. Más trabajo les costó preparar los campos con plaguicidas e insecticidas que el gobernador Lanusse les vendió a pagar en cuotas.
Fueron tiempos difíciles para esos hombres, mujeres y niños que no estaban acostumbrados al abrasador calor tropical y a los mosquitos que laceraban su piel.

 A pesar de los contratiempos, de la falta del conocimiento del idioma y de las costumbres locales, de la resistencia de la naturaleza salvaje al progreso de la civilización, sus esfuerzos comenzaron a dar frutos y ante una perspectiva promisoria otras familias comenzaron a arribar. Y si en 1897 vivían en Apóstoles 297 personas, que sumadas a las de los alrededores llegaban a las 900, entonces para 1903 ese número se había incrementado a 6.000 habitantes, en gran mayoría ucranios.                                                                                                             
                                                           (Imagen: Markian Shashkevych)

Durante muchos años los colonos carecieron del apoyo de su iglesia, a la que extrañaban al punto de construir capillas, aún sin un sacerdote. En 1908 arribaron los primeros sacerdotes de la Iglesia Católica Ucrania, dando comienzo a una magna tarea pastoral que hoy se traduce en una eparquía, 14 parroquias y alrededor de 60 iglesias y capillas. Los sacerdotes también le dieron impulso a la vida social y económica de los colonos. En ese orden en 1910 el padre Karpiuk creó la primera entidad social ucrania en la Argentina, ella fue la Sala de Lecturas “Markian Shashkevych” de Apóstoles. Lamentablemente la entidad no existió por mucho tiempo.
  En 1921, otro sacerdote, el padre Iván Senyszyn, organizó una cooperativa en Apóstoles, "La Agrícola Ucraniana", buscando incrementar la capacidad económica de los pioneros.

 Los primeros colonos también buscaron mantener y trasladar a sus hijos sus costumbres, tradiciones y creencias religiosas. Para tal fin en 1907, en el décimo aniversario de la llegada de los primeros ucranios a la Argentina, surge el primer edificio de una escuela ucrania. Esto ocurrió en el pueblo de Las Tunas, Misiones: Las clases se dictaban en la casa del colono Graboviecky y el primer maestro fue Dmytro Warenycia. Luego esta escuela se traslado a Tres Capones. Para 1908 ya eran tres las escuelas: En Las Tunas, en Apóstoles y en Tres Capones.
 En 1909, el recién llegado R.P. Jaroslav Karpiuk organizó una escuela parroquial en Apóstoles, la que con algunos altibajos se mantuvo hasta avanzada la década del treinta, lo mismo ocurrió con la escuela de Azara. Fue en Apóstoles donde se construyó y se bendijo en 1930, la primera escuela ucrania en la Argentina. Las clases se dictaban, en un principio, diariamente en una especie de doble escolaridad, donde e1 alumno en una parte del día iba a la primaria argentina y en la otra a la ucrania. Todo este sistema educativo se mantuvo en Misiones hasta mediados de los años cuarenta.
A pesar de este avance, la 1era Guerra Mundial frenó la inmigración a la Argentina.

  Recién en los primeros años de la década del 20, nuevas olas de inmigrantes comenzaron a arribar al puerto de Buenos Aires, entre ellos muchos de nuestros compatriotas.
Los inmigrantes de la década del "20 y de la del "30 ya tenían algunas particularidades distintas de los arribados antes de la lª Guerra Mundial. Muchos de ellos emigraron por motivos políticos, perseguidos por los ocupantes de su patria. No siempre disponían del capital necesario para adquirir tierras y encarar tareas agrícolas. Por ello las grandes urbes les daban la posibilidad de poder sobrevivir trabajando en relación de dependencia, sobre todo en fábricas, talleres y frigoríficas. Ellos le dieron impulso a la creación de la vida comunitaria ucrania. La mayoría de estos inmigrantes se fue asentando en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires. Evidentemente ellos extrañaban su terruño, lo que sumado a un ambiente que les resultaba extraño, los llevó a crear entidades sociales con el fin de tener un lugar donde reunirse con sus paisanos, recabar noticias de la Madre Patria y mantener sus tradiciones. La primera entidad que surgió en estos años fue la "Molodá Hromada” (Comunidad juvenil), de Berisso, a principios de 1924, que luego se transformaría en la Asociación "Prosvita". Otra Asociación "Prosvita” se fundó en Buenos Aires en agosto de 1924. En diciembre de 1926 se creó la Asociación "Prosvita" en Dock Sud, que por muchos años fue el verdadero centro de la vida social ucrania en Buenos Aires.
 En 1928 las tres entidades se unieron, formando una sola asociación, pasando a ser la de Buenos Aires la Casa Central y las de Berisso y Dock Sud -filiales. En 1930 se formó la filial Apóstoles, en Misiones; en 1933 la de Valentín Alsina y así sucesivamente. A principios de los cuarenta, la Asociación "Prosvita" tenía 24 filiales: cinco en el Gran Buenos Aires, tres en la provincia de Santa Fe, ocho en Misiones, cinco en el Chaco, una en Mendoza, una en Santiago del Estero y una en Tucumán. Algunas de estas filiales fueron transitorias, porque sus asociados trabajaban en obras públicas del lugar, las que una vez finalizadas motivaban el abandono de la zona por los trabajadores.
 Cada filial tenía su biblioteca, con libros y periódicos provenientes de Ucrania, por lo que podían leer y conocer las últimas noticias. También se dictaban diversos cursos prácticos, tendientes a mejorar las posibilidades laborales del inmigrante.
  Se daban conferencias, se conmemoraban fechas históricas y cuando algún sacerdote ucranio llegaba desde Misiones, entonces en las sedes de la asociación se oficiaban misas, responsos, se bendecían las "paskas", etc. Fue en la filial Dock Sud, en 1931, donde tuvo lugar el primer almuerzo pascual comunitario. Y un año antes, en 1930, se editó en Buenos Aires el primer "Diccionario ucraniano-español y español -ukraniano", probablemente el primero en el mundo. El editor fue Stepan Mandziy, un líder de la "Prosvita" de Dock Sud.